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miércoles, 9 de febrero de 2011

Giménez Bartlett señala que su personaje La Pastora no encontró otra salida que la violencia

"La Pastora era una 'outsider', un ser marginal", afirma en una entrevista con Efe Giménez Bartlett, que tiene ya en las librerías la novela con la que hace un mes ganó el Premio Nadal y en la que ha querido profundizar en ese mito y reflejar el difícil entorno en el que vivió Teresa Pla Meseguer, acusada de 29 muertes y buscada durante años por la Guardia Civil.

El personaje es real y reúne todos los ingredientes para convertirse en leyenda. Pla Meseguer nació con una malformación en los genitales y aunque no estaba claro si era niño o niña, su madre la inscribió como mujer en el registro civil para evitar que tuviera que hacer el servicio militar y que los soldados se burlaran de su anomalía.

No hizo la mili, pero nadie pudo impedir que se mofaran de ella todos los del pueblo: "Teresot, Teresot, enséñanos lo que tienes entre las piernas", le decían los vecinos a la niña que, criada en un ambiente de suma pobreza e incultura, aprendió pronto a defenderse a golpes.

A los once años Teresa Pla Meseguer se había convertido ya en una pastora y pasaba temporadas largas sola en el monte con las ovejas. Se conocía la montaña palmo a palmo y esa experiencia le fue luego muy útil cuando, después de la guerra, se unió al maquis y a sus acciones por las sierras de sur de Cataluña y norte de Castellón.

Por fin pudo vestir como hombre y comportarse como un hombre, que era como ella se sentía en realidad. Desde entonces se hizo llamar Florencio.
"En el maquis vio por primera vez que podía pertenecer a una organización; empezó a tener compañeros y le dieron un arma, aunque el aspecto político no parece que ella lo tuviera claro. Fueron sus circunstancias vitales las que la echaron al monte", señala la autora de "Donde nadie te encuentre", una novela publicada por Destino y que se presenta hoy en Madrid, en el Instituto Cervantes.

Tras la disolución del maquis, La Pastora vivió varios años escondida en el monte en condiciones inhumanas. Luego fue apresada por la Guardia Civil y pasó diecisiete años en la cárcel. Salió en 1977 y murió en 2004.
Giménez Bartlett, autora de la famosa serie protagonizada por la inspectora Petra Delicado, había oído hablar desde niña sobre este personaje y cuando estudiaba bachillerato en Tortosa (Tarragona), en un colegio de monjas, ya cantaban: "Viva la guardia Civil, que ha atrapado a la Pastora, mujer de malos instintos, fea y pecadora".

Hace un año, el periodista José Calvo publicó en una pequeña editorial de Vinaroz un libro de más de mil páginas sobre este personaje legendario que desarrolló sus fechorías por la zona del Maestrazgo y Els Ports.
"Sin ese libro nunca hubiera podido escribir esta novela", asegura Giménez Bartlett, que sitúa la acción en 1956, una época en la que la España rural estaba aún dominada por "el silencio, la traición, el miedo y la delación".

Para reconstruir la historia de Teresa Pla Meseguer, "símbolo de la soledad", la escritora acude a dos personajes propios de sus mejores novelas: el psiquiatra francés Lucien Nourissier, especializado en mentes criminales y que viaja a España atraído por la vida de esa mujer, y el periodista catalán Carlos Infante, cínico y de oscuro pasado, que le ayudará en la investigación aunque sabe que todo lo relacionado con el maquis es material inflamable.

El psiquiatra y el periodista emprenden un viaje de tres meses por los pueblos donde La Pastora vivió, y aunque el primero "estaba acostumbrado a tratar el dolor humano", en España "vio el dolor de todo un pueblo, una tragedia, y eso convulsionó su vida", comenta la escritora.
El periodista también irá cambiando en ese viaje en el que, con la Guardia Civil pisándole los talones, van consiguiendo información sobre La Pastora.

Giménez Bartlett ha procurado "no caer en el tremendismo" al narrar la represión tan brutal que había en aquellos años por parte de los vencedores de la guerra.
Tampoco entra a juzgar si son ciertas o no las muertes que se le atribuyen a La Pastora. Ella (o él) no reconocía ninguno de los crímenes y en los dos consejos de guerra que sufrió tras ser apresada, nunca los pudieron demostrar.
"Yo dejo en el aire su culpabilidad. Cada uno que saque sus consecuencias", concluye.

Fuente: www.efe.es

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