Páginas

lunes, 6 de septiembre de 2010

El alien que hay en mí (1ª parte)

- ¿Cómo te encuentras? ¿mejor?
- Necesito aire. ¡Dios, qué fue aquello! - el pulso sobresaltado de Mor le marcaba una gran vena que recorría todo su cuello.
- No lo sé Mor, ha sido todo muy rápido. ¿Te encuentras bien?
- Sí, sí, no te preocupes Fina. ¡Uf! - el resoplido de Mor contenía suficiente adrenalina como para que la cara de preocupación de Fina influyera miedo en el cuerpo de Mor.

Había pasado algo cuando bajaron a inspeccionar la llamada de socorro. El frío silencio de un planeta sin atmósfera, bajo la dispersa mirada de una estrella demasiado lejos para alumbrar el miedo, había sido alterado por un ser que se abalanzó sobre Mor durante algunos segundos. Afortunadamente fue más la impresión que supuso en el equipo de búsqueda, pero aun así, las piernas de Mor seguían temblando.

Tras entrar en "Mistronos de Chocolate", nave de última generación pero hace ya muchas desgraciadamente (vamos, que tenía ya menos estabilidad que King Kong sobre la barra fija), Mor se apoyó como pudo en la columna de abordaje, y a los pocos segundos, se desplomó.

Mientras tanto...

- ¿Qué tal ha ido la inspección?
- Bien Galle, bien. No hemos tenido que intervenir en absolutamente nada. Parece todo muy tranquilo ahí fuera, tranquilo y muerto - dijo con desasosiego Fina, algo preocupada por el estado de Mor.
- ¿Y dónde se ha quedado el "cojito de Oklahoma"? - preguntó Galle refiriéndose a su compañero Mor.

Galle tenía la facultad de apodar a todos sus compañeros con pequeñas comparaciones que, aunque en su tono y faz resultaban cómicas, no se correspondían habitualmente con la realidad.

Han pasado 4 horas desde el incidente de Mor. El equipo médico se encuentra examinándole aunque no han conseguido hallar nada extraño en su cuerpo. Los análisis son normales y las constantes vitales parecen normales.
- ¿Cómo te encuentras Mor? - preguntó Dido bastante desconcertado por la idea de tratar efectos transparentes que pudieran sobrevenir ante agentes desconocidos por su ficheros identificativos de seres poco o nada conocidos, lo que vulgarmente vienen a llamarse los extraterrestres de aquí pa aca, tin tan tun, te cojo y te hago un descosio, ja me maten, ay por la pata abajo y sin ánimo de lucro.
- Bien, bien, no te preocupes por mí Dido, seguro que no fue nada.
- ¿Te intentas autoconvencer de que no te ha pasado nada por si te ha pasado algo muy chungo que no tendrá remedio en un par de horas? - la alegría de la huerta Tim Tam insistía en poner nervioso a Mor.
- ¡Deja a Mor, Tim Tam! tengo una pistola. Tim Tam que no viene sola.

En ese momento aparece un cuadro flamenco para amenizar la musiquilla que Dido ha dejado con su coplilla lolaila. Por supuesto, y tras retirar el marco del cuadro flamenco, continúan con las pruebas a Mor.

- Me duele el pecho Dido, creo que es por los nervios de todo esto.
- La sugestión es muy importante en salidas extremas de investigación desconocida. Ya sabes, el protocolo I-M-kg0Nt0.
- Nada, nada, a este le quedan dos telediarios (y eso que en esta época ya no existían).

- ¡Qué es esto! ¡Ah, me duele muchísimo! ¡Ayudadme! - gritaba Mor desconsolado poco antes de perder la conciencia.
- ¡Rápido Dido! coñac y ginebra en vena, ¡ya!
- ¡Dios qué es eso que le sale del pecho!
- ¡Ah!

De repente...

1 comentario:

  1. Jo, chico, cortas a pelo y sin anuncios!
    ¿o acaso el satélite de la DDT se ha contagiado de...? ¡oh, cielos, no puedo ni nombrarlo!
    .
    .
    .

    perdona el despeine... me dejé llevar por la teniente ripley ;)

    ResponderEliminar

Ratings and Recommendations by outbrain