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lunes, 31 de enero de 2011

Respira.

Tras la diferenciación de presiones, algunas partículas acaban por formar una pequeña gota, la cual, inmediatamente, inicia su descenso irremediable hacia los confines de la superficie. Tras acelerar su caída a niveles de lluvia torrencial, se posa como látigo feroz en las fauces de su león de circo, una pequeña hoja de alcornoque, coriácea de nacimiento, tierna por impacto.

La gota resbala sobre su inconsistente suelo verde e inicia un nuevo recorrido de descenso sin kayak incluido. Tras varios golpes entre ramas y hojas, termina sus pasos en la tierra, dura y fría, sin consuelo. La permeabilidad del subsuelo animará a la gota a dividirse en sus pequeñas partículas iniciales, que no moléculas, que impregnarán el pulmón natural de la Tierra, quien por fin despertará de su sueño, y respirará.

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