Relatos breves de largas historias: el caimán (5ª parte)

"El camino se hace largo, y más largo. Queda poco, quedan pocos. Y ahí estás tú."

(Caimán IX, libro III, vr.42)

Faltan 4 horas zulu.

Villa no encuentra paz, el desasociego se apodera de él. Hace días que no come. Hace días que no consume (the spanish water dogs han hecho mella en su cuerpo y en su vida). Hace días que ha dejado de estar vivo. Poco a poco su piel se vuelve amarillenta, y como si un suave manto de pequeños vidrios retorcidos, se resquebraja minuto a minuto.

Falta 1 hora zulu.

La luz ha dejado de molestarle a pesar de que es uno de los días más calurosos del verano. Su cuerpo rígido se intenta agarrar a la costa del río Guanché, pero sus patas se abren cada vez más, sin esfuerzo, sin lucha.  Resignación.

Faltan 20 minutos zulu.

Villa ha dejado de recordar. Dicen que en los últimos momentos se tiene un halo de lucidez, pero Villa no ha reservado el derecho a ello. Muchos antecedentes corporales quizás, sus marcas continuas, su intento por ser diferente siendo como todos. Quizás se equivocó en las formas. Probablemente se confundió en el alcance de todo aquel mundo vivido. "¿Qué me quiten lo bailao?" No merece la pena, no así.

Falta 1 minuto zulu.

Un suave escalofrío se apodera de su cuerpo, se yergue y sucumbe su cuerpo. Mientras abandona la costa hacia el fondo del río su cuerpo siente miedo, se acelera su pulso, aparecen las ganas de vivir. Abre los ojos, y poco después, los cierra para siempre.

Villa dejó un recuerdo imborrable en la colonia de caimanes de la zona, nada bueno me temo. Ese día pocos o muy pocos tuvieron un segundo para dedicar a Villa, y muchos o casi todos algunos segundos para borrar los malos recuerdos presenciados.

- ¿Dónde está Villa? - preguntaba Jaitana a los últimos desechos de la charca, los capibara.

- En el fondo del río, donde acabaremos todos.

- ¿Y qué hago yo ahora con ésto?

Alzó el vuelo ligeramente, dejando ver detrás suya una ...

Continuará, una vez más... seguro.