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sábado, 4 de diciembre de 2010

El autor de "Ciudad de Dios" vuelve a la novela pero se aleja de la violencia

"No quiero escribir más acerca de violencia. Mi nuevo libro va a ser una redención, sobre samba, cultura, cosas buenas. Yo me he regenerado (...), quiero ir en otra dirección", explicó el escritor brasileño, que vivió en la favela citada durante treinta años. "Me crié en los puntos de venta de marihuana", reveló.

Escritor, maestro, poeta, guionista y director para televisión y periodista, Lins prepara ahora una novela sobre una familia brasileña que quiere retomar su herencia africana.
Antes de publicar "Ciudad de Dios" en 1997, su única novela hasta la fecha, había dado a luz un libro de poesía.

"Comencé a escribir sin pretensión de ser novelista", dijo. En 2002, el cineasta Fernando Meirelles llevó su descarnado relato sobre la violencia entre chabolas al cine ("City of God"), con un importante éxito mundial.

Acompañado por el escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga ("Amores perros") como moderador, el autor de 52 años se presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la mayor cita editorial del mundo hispano, para dar cuenta de sus actividades.

Ahora, dijo, hay muchos escritores que escriben de la peligrosa periferia de las ciudades brasileñas, pero la diferencia con su obra es que él lo hizo desde dentro.
"La mayoría de personajes de mi libro eran mis amigos de infancia.

Una persona que viniera desde fuera a hacer entrevistas lo tendría muy difícil. Haber sido amigo de los bandidos cuando fuimos niños me facilitó las cosas", explicó.
Para el libro, que comenzó como una investigación antropológica, entrevistó a varios asesinos: "uno de ellos había matado a sesenta personas y los había enterrado en la misma fosa", dijo a la audiencia.

Acerca de la ocupación policial de la favela Complexo do Alemao de Río de Janeiro -donde viven 400.000 personas-, para buscar y detener a los narcotraficantes responsables de una reciente ola de violencia, Lins se mostró crítico. "¿Por qué no se entró antes?", reflexionó. ¿Por qué no llegaron antes del asalto esas promesas de llevar hasta allá la cultura y la educación?.

Si se hubiera hecho, quizás muchos de los niños que entran a la delincuencia cuando apenas cuentan de diez a quince años, hoy no estarían en los ejércitos del crimen: "uno no se vuelve bandido en una hora, es un proceso lento", apuntó el autor. ¿Por qué entraron esos niños a la criminalidad? Porque no había escuelas, ni nadie para cuidarlos", se respondió.

"La mayoría de los jóvenes de entre quince y veinticinco años mueren asesinados por la policía, y son casualmente negros", denunció acerca del racismo y la segregación que viven las clases pobres de Brasil.
El país, a pesar del espectacular avance que lo ha colocado en los puestos de cabeza de las economías internacionales, y de la buena labor de presidentes como Cardozo y Lula, arrastra aún un severos problemas, consideró.

"Hay mucha corrupción entre los políticos, es un país racista, con mucha violencia, con mala distribución del ingreso, la alimentación, la salud y la cultura", lamentó.

"Brasil no es la maravilla que piensan que es, toda América del Sur ha entrado en esa pauta de mejora por causa de los recursos naturales, no por la producción industrial", continuó Lins.

A pesar de su duro discurso, el autor no despedía negatividad hacia el auditorio, sino la conciencia de que con atención a quienes lo necesitan y trabajo duro -como el que hizo introduciendo a jóvenes de las favelas en la lectura, cuando era maestro- es posible sacar adelante su país.

Fuente: www.efe.es

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