Los últimos rayos de sol se reflejaban sobre tu cara. El tono dorado del atardecer pintaba de color miel tus ojos, unos ojos que miraban ausentes hacia el horizonte, entre el azul del mar y la cobriza bóveda celeste. Pensamientos de soledad divagaban por tu mente mientras un grito silencioso salía de tus labios sellados por la inercia de los tiempos. Entonces te giraste hacia donde yo estaba. Una mirada que venía de lejos me alcanzó. Te miré. Vi búsqueda, dudas, preguntas sin respuestas. Volviste a llevarte la mirada y yo no iba en ella. Tu decisión estaba tomada.
cero91
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